domingo, 4 de julio de 2010

la intrusión

Rudy Erös

Introducción

(Carta al Dr. K.F., médico psiquiatra director del Centro de Estudios para el Trastorno del Sueño en Masachussets, Estados Unidos de América)


Estimado Doctor:
Me dirijo a Usted a fin de aclararle algunos aspectos de nuestra breve conversación telefónica. En cuanto usted haya comprendido mi situación al detalle, estaré dispuesto para nuestro encuentro. Sepa usted disculpar mi reseña histórica, pero la misma es indispensable para conectar cada una de mis ideas y la totalidad de los sucesos que referiré más adelante.

Hace cien años, mas exactamente en agosto de 1996, la comunidad científica
daba a conocer públicamente la noticia de haber encontrado pruebas de vida en Marte. Se habían hallado en el continente antártico restos fosilizados de algún tipo de microorganismo dentro de una roca desprendida de un meteorito. Todo el mundo recibió la noticia con despreocupación y sin asombro, sé que a usted le consta mi querido doctor, ya que hacía mucho tiempo persistía la convicción de que “no estamos solos” en el vasto cosmos.
Fueron los años en los que la religión comulgó con la ciencia, reconociendo que la teoría evolucionista de Charles Darwin era graciosamente compatible con el relato bíblico de La Creación. Fue la década en la cual la capa de ozono quedó casi destruida. Ese año de 1996 quedó en la historia como el año del comienzo de la Edad Cósmica, la cual, como hoy todos sabemos, fue interrumpida abruptamente luego de tan sólo cincuenta años de haberse iniciado. El biólogo Joszef Bódnar había constatado que aquellas rocas no eran fragmentos de meteoritos sino sólo rocas terrestres, por lo tanto los microorganismos eran tan terráqueos como nosotros. Justo ese mismo año el profesor Taipan Sijeda de la Universidad de Ciencias de Tokio, demostró cómo y por qué Darwin se había equivocado al elaborar su teoría. En octubre del año 2094 y luego de varias décadas de espera e infinidad de presiones por parte del Congreso de los Estados Unidos, la NASA consideró innecesario continuar con el programa SETI de búsqueda extraterrestre; ya había pasado casi un siglo desde su inicio y ante la evidente falta de una respuesta desde el cosmos, sumado esto a los últimos descubrimientos, fue suficiente para poner fin al proyecto. El principal motivo fincaba en la llegada del hombre a Marte ocho meses antes. No se halló más que lo que las misiones robotizadas habían ya encontrado anteriormente: polvo rojo, hielo y frío. Allí comenzó una “nueva era”, la que hoy compartimos: La era de la soledad.
Luego de tantos años de esfuerzos casi la totalidad de la comunidad científica cayó en una auténtica depresión. Nuevamente la ciencia y la religión se declararon como viejos antagonistas. Los científicos regresaron a sus antiguas caparazones de escepticismo y la religión desempolvó sus viejas concepciones medievales. Otra vez el universo era el producto de una casualidad para unos, y un Misterio Divino para otros. Nuevamente, pero esta vez con un peso avasallante, supimos que “estamos solos”. O por lo menos las circunstancias provocaron que así quisiéramos creerlo. Quienes vivían en el umbral que separa a la fe del escepticismo, retornaron a sus religiones ancestrales. Otros decidieron redescubrir los viejos escritos de Nietzsche y su Superhombre. En la vieja Europa se volvió a editar, luego de casi cincuenta años, “Mein Kaumpf” de Adolf Hitler, en tanto que en el arte, el virtuosismo musical reemplazó al arte de la Música.
Tenemos por un lado a los que esperan el “cielo” y de Dios esperan todo, y por otro a aquellos que creen que es posible la concepción de una nueva raza de superhombres previamente seleccionados genéticamente. Hay muy pocas cosas que se han mantenido sin cambios: la bolsa de valores con su oscilante suba y baja, y las hamburguesas de Mc Donald's. El resto del mundo circundante ha cambiado tanto en los últimos diez años como no lo había hecho desde la Revolución Industrial hasta el 2067. Pero eso, mi querido doctor, ya lo sabe usted sobradamente.
Esta es la época que me tocó vivir. Demasiada velocidad! Demasiado desengaño y una soledad excesiva. Pero a pesar de ello siempre sentí que mi tiempo sería testigo de algo único en la historia humana. Ahora puedo estar seguro que así será, y en el relato que adjunto a la presente acerca de lo que me tocó vivir, quedará claro el significado de los sentimientos que me motivaron para llegar hasta usted.

Atte. Axel
Bukouvsky


Relato extractado del diario de Axel Bukouvsky. (notación del editor)




EL ENCUENTRO


Hace un par de meses, mientras estaba asistiendo a la Xº Manifestación Contra la Legalización de las Drogas, me topé casualmente con una persona a quien había conocido el año anterior y en circunstancias similares. En aquella oportunidad habíamos conversado acerca de varios temas generales en los cuales teníamos coincidencia de opinión, salvo en lo referente a sus ideas respecto del origen y destino de la humanidad, las cuales me parecieron muy psicodélicas. Pero en esta ocasión yo estaba dispuesto a escuchar sus ideas con una actitud diferente. En esta oportunidad pude ver con detenimiento que me encontraba frente a una persona joven, tal vez de dieciocho años de edad; su mirada denotaba que su psiquis carecía de la contaminación de confusas ideas reinantes. Más tarde pude comprender la razón. Según me relató, él y su padre habían formado parte del “Programa Experimental de Optimización Psicológico-Ambiental”. Luego de la muerte de su madre, su propio padre, quien siendo científico se había aliado a las filas del Derecho Ambiental, decidió ofrecerse para un experimento junto a su propio hijo a fin de intentar descubrir en antiguas formas de vivir la manera de desintoxicar la psiquis humana. Hasta que el niño cumplió los quince años de edad, ambos vivieron recluidos en una granja especialmente diseñada y ubicada en las cercanías de las sierras de Tandil, donde llevaron una vida totalmente sencilla, ocupándose sólo de los problemas reales de la vida cotidiana y desconectados por completo de toda información proveniente del mundo “civilizado”. La huella dejada por semejante experiencia se podía ver en cada aspecto de su carácter, en cada gesto y en su modo de hablar.

- Mi viejo siempre recuerda cuando mi abuelo le contaba acerca de la época en la que la gente salía a marchar en favor de la legalización y despenalización del consumo de drogas. Ves? ahora estamos justo en la otra punta. -me dijo mientras chocamos las manos. Después de hacer acto de presencia emprendimos una caminata con destino a la aeroisla con intención de tomar un trago mientras hablábamos, pero era tal el despelote de gente y los jets llegando y partiendo que terminamos tomando cerveza en los jardines del Riachuelo. A modo de confirmar el comentario que me había hecho dije: -Mi abuelo me contaba lo mismo y maldecía mucho cada vez que veía esas manifestaciones. Él siempre decía que “la maza es un ente independiente de los individuos que la conforman, y para que esta tenga vida el individuo debe perder su identidad, es decir, debe encarnar la ignorancia”. Todas esas ideas comenzaron a tener sentido para mí sólo muchos años después que él murió. Entendí finalmente muchos de sus conceptos. Pude ver por experiencia directa que no es lo mismo una congregación de personas en torno de un evento artístico o cultural, que una muchedumbre enfervorizada frente a un líder político o religioso, el cual los puede inducir a una guerra. En el entorno artístico el rol activo del público se limita al disfrutar y aceptar la reunión como una distracción o entretención mientras que en los otros casos la maza es capaz de cometer los actos más temibles y terribles.
-Sin duda tu abuelo -dijo mirándome fijamente- era un hombre muy sensible a los errores colectivos del ser humano y seguramente debe haber visto a muchos cometer los mismos errores una y otra vez. El sabía que la legalización no podía cambiar nada, salvo que ahora los grandes laboratorios monopolizaron el poder que los “carteles” tenían antaño. Como vés, nada cambió demasiado. Después que encontraron la vacuna para parar el sida aparecieron cinco virus, diez veces más letales y más hijos de puta. Lo verdaderamente importante es que dentro de muy poco los seres humanos vamos a ser probados como nunca jamás imaginamos. Estamos a punto de desaparecer como especie y ni siquiera estamos enterados.
-A qué te referís ? –dije- El frunció el ceño y como pensando indeciso me dijo -Mirá, hace un par de años, después de volver a la vida “civilizada”, yo estaba muy entusiasmado aprendiendo y poniéndome al día con mi PC hasta que mi ignorancia dejó entrar un virus que dejó mi pantalla totalmente en negro. Entonces fui a usar la computadora de mi viejo y vi que había un correo electrónico entrando en ese mismo momento. Era una larga lista de nombres, lugares y fechas que yo no entendía. Pero al final de la hoja, una frase me colmó de curiosidad: “El arma más letal que posee nuestro enemigo es hacernos creer que él no existe; luego bajamos la guardia, él sonríe y para entonces ya estamos perdidos.” -Me pareció una reflexión sumamente sabia -continuó José- Cuando llegó mi viejo le pregunté qué era todo eso. Él me abrazó y me pidió que nos sentáramos. Inmediatamente comenzó a relatarme una historia increíble. Dijo que el mensaje se lo enviaba un colega de otro país que estaba llegando a conclusiones muy serias acerca de algo que tenía que contarme. En ese momento me puso al tanto de su trabajo junto a un grupo de científicos disidentes de la conocida “ciencia oficial”, que estaban ocupados en una investigación relacionada con un supuesto mensaje recibido desde el cosmos y el peligro de extinción de la raza humana. Mientras la mayoría de la comunidad científica descartaba cualquier posibilidad de que se tratara de algo serio, un grupo importante de científicos se abocaron al trabajo de interpretar aquel supuesto mensaje.

(Algo extraño y al mismo tiempo interesante me estaba ocurriendo. Mis pensamientos se detuvieron al escuchar lo que él me acababa de decir. Una parte de mí escuchaba a José como si me estuviera relatando una ficción, y mi otra parte aceptaba el relato como un suceso extraordinario pero real, que excitaba mi curiosidad y mi ánimo.)

-No sé si es que estoy lento -dije- pero no logro conectar todo lo que acabás de decirme con el mensaje que encontrastes en la pc.
-Es muy simple, parece que es inminente el acontecer de un hecho muy grave y sin precedentes para la humanidad. Está relacionado con la triste realidad a la que se enfrenta la raza humana debido al estrecho campo de ideas que admite como reales. En estos últimos cien años estuvimos tan empeñados en descreer de todo aquello que pudiera relacionarnos con lo metafísico que lo único que con ello logramos fue ponernos vendas en los ojos para no ver lo que es tan obvio como nosotros mismos. Con esta actitud nos pusimos a merced de aquello que está acechando desde el lado de lo desconocido.
- ¿No estarás refiriéndote al demonio no? -dije en un tono sarcástico.
- En parte sí y en parte no. -dijo sin dejar de mirarme-
- Confieso que sigo sin entender. Tu explicación es una especie de elaboración mística que no puedo captar a qué se refiere. Hasta me está dando dolor de cabeza. -dije casi con una sonrisa nerviosa-
- Es difícil que nuestra mente ordinaria esté dispuesta a recibir lo que quiero explicarte, pero si dejás que tu lado creativo se haga cargo, vas a entender todo. Quiero que te relajes y prestes mucha atención a lo que te voy a decir. Tratá de imaginar a un ser vivo con una estructura genética muy distinta a la nuestra, su cerebro se ha desarrollado tanto que en vez de optar por aumentar la capacidad del receptáculo que ocupa (lo que sería el cráneo) decide, a través de innumerables experimentos, que la mayor parte de su cerebro se separe del cuerpo principal para resguardarse en un sitio más seguro. Ha logrado un altísimo control de la función telepática, con lo cual deja en el cuerpo sólo aquella parte del cerebro que es capaz de cumplir con las funciones más elementales y las que tienen que ver con todos los actos reflejos y mecánicos; así logra que la gran masa cerebral pensante y creativa esté totalmente protegida en un receptáculo altamente seguro que él mismo ha creado. Además su ubicación física en el espacio se encuentra lejos de todo peligro posible. El flujo de intercambio entre este cerebro mayor y su otra parte instalada en el cuerpo de la criatura se efectúa por medio de la telepatía. No sólo se evita el crecimiento desmedido a fin de sostener semejante cráneo sino que logra que su cuerpo opere con un número de neuronas estrictamente necesarias, limitadas a cumplir las funciones de captar-emitir-ejecutar. El verdadero cerebro es ahora aquel que descansa en un habitáculo adecuado y seguro y que trabaja sin depender de la contingencia del cuerpo en movimiento; no sólo no depende de la inseguridad del tránsito del cuerpo sino que además se encuentra aislado de los peligros en un lugar apropiado, elegido por él para lograr la mayor seguridad posible a fin de realizar al máximo el anhelo de su voluntad. Es más, en caso de cesar las funciones del cuerpo o incluso en caso de perderlo, su mente intacta estaría lista para ocupar otro. Y aquí es donde el perfil psicológico de este ser se nos presenta perverso, caótico y despiadado, ya que ha descubierto a través de sus experimentos que es capaz de ocupar varios cuerpos a la vez y así multiplicar el potencial de acción de su inteligencia. Su ciclo vital se torna cada vez más complicado. Él es en realidad un gran cerebro que descansa flotando en un líquido que él mismo segrega. Su aparato reproductor se encuentra allá en su cuerpo, pero cada vez que lo utiliza, el éxtasis ilumina cada una de sus neuronas. Su edad promedio es de ochocientos años terrestres de acuerdo a su estructura genética original; la edad que puede alcanzar desde que ha mutado a esta forma separada cerebro-cuerpo, es desconocida. Su estatura original es de dos a dos metros y medio, pero la forma mutante ha desarrollado un diseño más simplificado y de menor tamaño. Sus extremidades son totalmente diferentes a las nuestras, quizás sea por conveniencia estructural o porque el medio ambiente del que proviene así lo exige; sus extremos no poseen apéndices retráctiles como los dedos de nuestras manos, mas bien se parecen a la trompa de un oso hormiguero. Su sistema respiratorio es muy complicado y está relacionado directamente con el funcionamiento de sus extremidades. Posee tres tipos de pulmones: el principal lo utiliza para convertir cualquier cosa que respire en el elemento o sustancia que su cuerpo necesita para combinarse con su sangre; esta sustancia se compone de una mezcla de oxígeno y amoníaco. Los otros dos pulmones funcionan de manera totalmente independiente, siendo una de sus funciones principales la de proveer presión y succión a los conductos de las extremidades, los cuales utiliza como aspiradores o sopapas para asir lo que necesite. Por supuesto que dadas las características del elemento que respira, no sería conveniente estar cerca cuando lo exhala. Su boca está preparada para devorar cualquier cosa, su sistema digestivo está excento de úlceras.- 

Cuando José llegó a esta parte de su relato, yo pensaba que quizás él fuese un fanático de los antiguos clásicos de la ciencia ficción. Pero su convicción y la clara transparencia de su mirada junto a la serenidad de su vos me devolvieron mi atención y pude seguir escuchando.


- Si esa especie se encontrara con la nuestra, eso sería para nosotros un verdadero apocalipsis, el infierno en la tierra. -esta vez me miró muy serio y con preocupación- yo quisiera que mi viejo estuviese equivocado, pero a esta altura de los acontecimientos lo dudo mucho.
- Esperá! ¿vos creés realmente todo lo que me acabás de decir? –Dije
- El grupo de científicos que trabajan con mi viejo pertenecen a diferentes lugares del planeta. Uno de ellos es astrónomo y hace algo más de un año estaba apuntando la antena del radiotelescopio hacia la Nebulosa del Cangrejo cuando detectó sorpresivamente una señal que tenía características de ser un mensaje inteligente.
- ¿Cómo es posible que semejante acontecimiento no se halla dado a publicidad?–Repliqué.
- Primero quisieron asegurarse y comenzaron por intentar descifrar ese mensaje, pero no existía ningún patrón de repetición como para establecer un código. Utilizaron un ordenador de última generación y después de varios días de trabajo parte del misterio comenzó a develarse. Aún así, y como ya dije, la mayoría de sus colegas restó seriedad al asunto. No olvides que el Viejo proyecto SETI ya estaba muerto hacía largos años. Escudriñar el espacio en busca de un “mensaje” era algo anticuado.
- ¿Y ese mensaje qué decía?
- Hace apenas un mes que lograron descifrar el sentido global de la señal y todos coincidieron que se trata de una especie de alerta, como si alguien quisiera advertirnos. En realidad es un lenguaje conceptual muy distinto al nuestro, por lo cual los científicos que están trabajando en eso todavía no se ponen de acuerdo respecto de los detalles del contenido, pero en líneas generales, la advertencia se refiere a una especie de vida inteligente que emigró de su planeta de origen y se dirige hacia la Tierra. Mi viejo se tomó el trabajo de dar su propia interpretación a los detalles. De hecho el relato que escuchaste hace un momento pertenece a uno de esos detalles.
- No entiendo bien. Hay algo que no me cierra. Si hay una especie extraterrestre que nos está amenazando, ¿quienes son los que envían la advertencia?
- Ambos pertenecen a la misma raza. –Aseguró mientras buscaba las palabras exactas- Pero la amenaza proviene de una rama reciente de la misma. Son una secta dentro de la misma especie. Ellos lograron mutar hacia una arquitectura molecular asombrosa. En uno de los gráficos que logró descifrar el ordenador hay dos seres muy parecidos en cuanto a su forma pero con detalles completamente diferentes en cuanto al tamaño y a su aspecto funcional. Esto parecería ser un gráfico representando a un cuerpo normal y a uno que ha mutado. Mi viejo dice tener razones muy sólidas para afirmar que esas mutaciones no son el producto de un accidente sino de un deseo consciente.
- No entiendo. –repliqué confundido-
- Mientras nuestros científicos pasan años y años descubriendo la función de cierto gen y luego otros tantos para lograr ínfimos cambios en su estructura y siempre sólo desde el plano bioquímico, estos seres tienen la capacidad de generar modificaciones genéticas a través de la voluntad consciente. Para comprender medianamente el proceso podemos remitirnos a ciertos ejercicios o prácticas de concentración realizados por hombres pertenecientes a cierto tipo de secta del cercano oriente llamados sufíes; ellos combinan la respiración con ciertos ejercicios de detención brusca del movimiento del cuerpo. Las funciones más accesorias del organismo se reducen a su mínima actividad y toda la energía disponible es redirigida y utilizada por la voluntad consciente. En el caso de estos seres, esa energía la utilizan para generar los cambios deseados en la estructura del ADN.
- Increíble! son como una especie de magos místicos.
- Sí, pero mi viejo agregaría que ante seres con semejante rango evolutivo no tenemos ninguna esperanza de sobrevivir como raza. Si llegáramos a encontrarnos, lo más probable sería que nos aniquilen o que tal vez nos sometan, seleccionando a los mejores y más dotados ejemplares con el fin de tomar posesión de nuestros cuerpos y así poder multiplicar sus funciones.
- Lo que me estás contando es realmente de terror. –Exclamé- Pero si existe un mensaje de advertencia, junto con ese mensaje debería existir algún indicio de una posible solución.
- Mi viejo está trabajando en eso pero hasta ahora no encontró nada que nos
pueda servir.
- ¿Cuánto tiempo cree él que tenemos?
- Sinceramente, lo que tenga que ocurrir puede ocurrir en cualquier momento ya que no sabemos dónde están en este preciso instante.
- Grandioso!, eso equivale a decir que mañana podríamos despertar y encontrar una de esas porquerías esperando devorarnos.
- Mi viejo está devorando información y analizándola con la ayuda de un ordenador de última generación. Él centró su atención en la tradición sufí porque cree que la manera en que esos grandes maestros se desplazan, es la más rápida. Es un concepto de viajar muy diferente al nuestro. Dentro de las enseñanzas sufíes se hace referencia a la existencia de seis categorías de poderes a los cuales se accede luego de una laboriosa y sistemática autodisciplina para combatir y derrotar la dependencia que el ser tiene con el ego. Cuando el buscador ha llegado a ese nivel su consciencia se amplifica cuantitativa y cualitativamente, y entre esos seis poderes a los cuales tiene acceso, el sexto es el llamado Haqiqat-µl-Tayy, es decir, el secreto de plegar el espacio, lo cual significa viajar a voluntad a cualquier sitio del universo sin viajar en realidad ninguna distancia; los sufíes dicen que la velocidad de la luz es como la de un burro comparada con la velocidad del cuerpo espiritual.
- Todo esto es realmente interesante, pero si existiera actualmente un hombre tal ¿de qué manera podría utilizar esos conocimientos para disipar la amenaza que se cierne?
- Podríamos pedirle que busque y encuentre a estos seres y tratase de detectar cuál es su punto débil. –Contestó entusiasmado.
- Estás sugiriendo que él podría viajar hasta donde estén esos bastardos, permanecer invisible y así observar su psicología?
- Creo que la idea no es que viaje a donde están los “bastardos”, como vos los llamás, sino que se contacte con el Cúmulo Globular M13, que es de donde provienen, y poder entablar un contacto directo con aquellos que nos enviaron el mensaje de alerta.
- Perdoname mi ignorancia, pero ¿qué es M13?
- Es un lugar lejano del cosmos. En el mensaje de alerta que recibimos hay un esquema en el cual se muestra que, para emitir una señal que llegue a otro mundo, nuestra tecnología es muy precaria comparada con la de estos seres. Ellos no sólo pueden enviarnos un mensaje en cinco años terrestres (nosotros tardaríamos 25.000 años), sino que además tienen la capacidad de rastrear una señal enviada por nosotros y acelerarla hacia ellos para poder recibirla en un tiempo increíblemente corto. Gracias a esto es que nos pudieron advertir. Pero es también gracias a eso que sus pares mutados, esos “bastardos”, nos detectaron, y lo más trágico es que la culpa fue nuestra.
- ¿Cómo?!
- El 16 de Noviembre de 1974, desde el viejo observatorio astronómico de Arecibo en Puerto Rico, se envió una señal de radio apuntando hacia el Cúmulo Globular M13, el cual queda a una distancia de 25.000 años luz de distancia. Los científicos de esa época eran tan ingenuos que enviaron, compactados en 1679 bits de información, toda una síntesis respecto de quiénes somos los seres humanos, dónde y cómo vivimos, y nuestro nivel de avance tecnológico; y por lo tanto, nuestro grado de inteligencia quedó en evidencia dada la característica misma del mensaje y la forma en que fue enviado. Cuando esta especie se topó con nuestro mensaje amistoso te podrás imaginar lo que deben haber pensado. Para decirlo en términos terrestres, deben haber dicho “son pan comido” o como dicen los yanquis “a piece of cacke”.
- Es patético!
- Los científicos del siglo pasado tenían la errada teoría de que a mayor nivel tecnológico debía corresponder automáticamente una mayor conciencia de los valores éticos y morales, característicos del modelo que los humanos pretenden alcanzar. Pero sabemos por nosotros mismos que, aunque hemos llegado a Marte y nuestro avance tecnológico llegó a niveles que hasta hace solamente cincuenta años eran impensables, como raza seguimos siendo tan egoístas y frívolos como hace mil años atrás. Siguen existiendo el hambre, las guerras, las enfermedades incurables, el ansia de “poder”. Pero qué ironía! jamás hubiéramos imaginado que nuestra destrucción como raza sería motivada por nuestra ingenuidad y de manos de una especie desconocida y “superior”.

....


UNA REALIDAD.. OTRA REALIDAD..


Me fuí caminando hasta mi casa y mientras vagaba por las calles cavilando sobre lo que me había contado José, creí que ya no podría dormir nunca más. De hecho no dormí en toda la noche, pero cuando amaneció me desplomé en mi cama y no desperté hasta después del mediodía. Era sábado y me sentía profundamente deprimido. La conversación de la noche anterior me había afectado profundamente pero ahora me preguntaba a mi mismo si no era exagerado de mi parte creer todo lo que José me había dicho. Después de todo apenas lo conocía y mucho de lo que me había contado parecía pertenecer a algún cuento de Lovecraft. Además, ¿Qué clase de científicos eran el padre de José y sus colegas? ¿No serían unos maniáticos? De todas formas aunque fuese cierto ¿Por qué el destino querría que yo me enterara de todo esto? Si aquello era cierto hubiese sido preferible ignorarlo todo y, como el resto del mundo, vivir normalmente mi vida hasta el último minuto. Estos pensamientos se revolvían con mis sentimientos hasta que me permití suponer todo eso cierto, ante lo cual podría sentirme el más desdichado entre los que conocían esta trágica verdad, ya que al menos los científicos que trabajaban detrás de todo esto podrían creer hasta último momento que tal vez pudieran descubrir alguna solución. Pero yo, un simple profesor de música ¿Qué podría hacer más que esperar angustiado hasta el desenlace final? Por suerte caí en la realidad de todos los días y recordé que al día siguiente tenía que dar una conferencia para la cual debía prepararme. Me volvió el ánimo y la cordura. Repasé mis apuntes durante un largo rato y cuando llegué al esquema que había hecho para hablar de distintas ideas antiguas acerca de las aplicaciones psicológicas del arte musical, vino a mi mente un recuerdo sobre un comentario hecho por un viejo amigo hacía muchos años atrás. Tomé consciencia que hacía largo tiempo que no sabía nada de él. Su nombre era Hugo y se había ido a vivir como un hermitaño a algún lugar cerca de las sierras cordobesas. Desde entonces nunca más supe de él. Pero ahora recordaba con mucha claridad aquella conversación en la cual me había comentado acerca de un vidente que vivía en Córdoba y que tenía cierta fama de estar emparentado con la filosofía sufí. Recuerdo que las historias que Hugo contaba acerca de él eran tan fascinantes como fabulescas. Pero lo que ahora me había hecho recordar a este hombre era la mención de cierto conocimiento traído desde oriente por un hombre muy especial llamado Gurdjieff, quien vivió durante fines del siglo XIX y hasta mediar el siglo XX. Este hombre notable explicaba en uno de sus libros, en el capítulo dedicado a la música, que durante sus largos años de peregrinaje en busca de la “Verdad” había encontrado en un lugar del Cercano Oriente un sitio en el cual existía una construcción diseñada especialmente con el fin de que cualquier persona que entrase bajo aquél habitáculo, irremediablemente se sintiera movido al llanto. Gurdjieff -según el vidente- entendía que la causa de ello estaba en el conocimiento que poseían quienes lo construyeron. Dichos hombres sabían como entrelazar todas las artes, la ciencia y la religión. Por lo tanto sabían cómo hacer para producir modificaciones predeterminadas en la psicología humana, actuando a su vez sobre las emociones y la acción. Es más fácil imaginar y reconocer los efectos que produce la música sobre las emociones humanas, pero si logramos establecer una concordancia entre una determinada pieza musical y un diseño arquitectónico entonces el efecto psicológico que a través de ello se busca producir alcanzará una eficacia increíblemente notable; todo está basado en las matemáticas. Mientras recordaba todo esto comencé a sentir un fuerte dolor en la boca del estómago. De pronto sentí como si estuviera despertando de un largo sueño. Ráfagas de imágenes comenzaron a agolparse en mi mente y como si se hubiera puesto en marcha un selector dentro mío, las ideas se fueron relacionando y conectando unas con otras hasta elaborar una síntesis de toda mi experiencia musical. No sabía exactamente de qué manera esta síntesis de ideas podría conectarse con los relatos de José, pero sabía que algo importante me estaba ocurriendo y que la noche anterior y mi día estaban comenzando a encajar.

Varias semanas después, la escuela en donde doy clases me comisionó para asistir a un seminario sobre musicoterapia que se iba a dictar en Mina Clavero en la provincia de Córdoba. Aproveché el viaje para tomarme un saldo de vacaciones que me quedaban del verano anterior. De manera que después del seminario podría dedicarme a descansar como Dios manda. Al llegar a Mina Clavero se me informó la novedad de que por razones ajenas a los organizadores, el seminario no se daría en el sitio previsto y que a último momento se había decidido utilizar las instalaciones de una antigua hostería ubicada a unos cuantos kilómetros más al sur. Subí a una van junto con el resto del grupo y fuimos trasladados hasta ese sitio mientras disfrutábamos la vista de un paisaje poco común. Al llegar advertí que la hostería se encontraba ubicada sobre la ladera de un cerro que ofrecía un trasfondo imponente. En el camino de acceso un viejo y descolorido cartel dejaba ver el nombre del lugar: Las Dalias. Luego que nos acomodamos en las habitaciones nos avisaron que la merienda estaba servida. Para mi sorpresa descubrí, junto al resto, que la colación servida era comida macrobiótica, un tipo de alimentación con la cual se experimentó durante la segunda mitad del siglo XX. La dueña del lugar, una señora mayor pero de aspecto asombrosamente juvenil, nos instruyó al respecto. Dijo que allí siempre se había servido ese tipo de alimentos y que aprovecháramos la estadía para desintoxicarnos de la “comida chatarra” que consumíamos a diario. La propuesta fue recibida con buen ánimo por la mayoría excepto por mí, y aunque quise disimularlo mi cara dejó notar mi preocupación.

-Si le da un ataque de gula, aquí cerca puede conseguir lo que guste, desde un alfajor hasta una cazuela de mariscos. -Dijo la dama en tono compasivo palmeando mi hombro. Todos se echaron a reír y sentí que iba a tener una estadía difícil. Entre los asistentes me llamó la atención una mujer muy joven, con fuertes rasgos indígenas pero al mismo tiempo su tez dejaba notar alguna ascendencia europea. Aunque sus ojos eran de un profundo azabache su mirada flotaba, como un ala batiendo el aire, así parpadeaba y miraba. Le extendí mi mano y me presenté:
- Hola! soy Axel.
- Mi nombre es Raquel, ¡qué lugar fantástico! no?
- Reconozco que aunque estuve recorriendo el país desde hace años, nunca estuve en un lugar como este. Es muy especial, no sé exactamente qué es, pero lo siento muy especial. –Dije en un tono que delataba mi nerviosismo.
- Es que estamos justo al pié de los Comechingones. –Replicó con una enorme sonrisa.
- No me digas? Desde la escuela primaria que no escuchaba ese nombre y todavía lo tengo en mi memoria. ¿Así que por acá anduvieron los indios Comechingones?
- No, no "anduvieron", ellos fueron los verdaderos señores de estas tierras, y en especial, de estas imponentes montañas. De hecho, la energía de ellos está fusionada con este lugar.

Mientras Raquel me hablaba yo no podía dejar de mirar directo a sus ojos. Su mirada me atravesaba y en mi pecho comencé a sentir una leve picazón que nunca había sentido antes. Su manera era suave pero a la vez muy firme. Los movimientos que hacía con sus manos mientras me hablaba eran lentos y muy plásticos; parecía estar dibujando en el aire cada frase que decía.

- Parece que sabés bastante sobre estas tribus. -dije.- ¿Sos de acá?
- No, pero un bisabuelo mío fue descendiente directo, lo que se dice un pura sangre. Además desde chica siempre sentí una fuerte atracción por estos lugares, de manera que nunca dejé pasar una oportunidad para venir a quedarme una temporada. Buenos Aires dejó de ser habitable hace mucho tiempo, así que es probable que muy pronto decida instalarme por acá. Lo único que espero es que no sea demasiado tarde.
- ¿Tarde para qué? - Repliqué curioso. Me miró como si se le hubiera escapado algo y sonrió levemente.
- No sé, creo que son solamente cuentos o leyendas. Lo que pasa es que hace muy poco tuve la oportunidad de conocer a una persona ... me contó ciertas historias que parecen ser antiguos relatos orales transmitidos por los indígenas que vivieron en estos lugares. En esos relatos se describe el advenimiento de un caos que cambiaría para siempre la vida sobre la tierra, el cual acontecería en el futuro y que causaría la extinción de la vida humana. Y claro, según muchos detalles de esas descripciones, ese futuro encaja a la perfección con la actual situación del mundo. En fin... de eso se trata.


De golpe sentí una sensación en todo mi cuerpo que me invadió como una mezcla de Deja vu y miedo aterrorizante. No pude continuar la conversación y me escapé con cualquier excusa prometiendo que seguiríamos más tarde. No comprendía qué era lo que me pasaba. Fui a mi habitación y me desplomé en la cama con un fuerte dolor en la boca del estómago. De pronto un sin fin de imágenes acudieron a mi mente: José y sus historias de viajeros de otros mundos se intercalaban con imágenes de mi hijo, a quien no veía desde hacía un tiempo y que en ese momento se encontraba en una excavación en la isla de Pascua; visualicé el rostro de Raquel, su mirada y su leve sonrisa. Después me quedé dormido.

Me despertaron para desayunar y apenas podía levantarme. Sentía una tremenda pesadez, como si mi cuerpo pesara doscientos kilos. Mientras desayunábamos recobré el buen tono y me sentí con más energía. Había dormido mucho, de hecho me habían llamado para cenar la noche anterior pero estaba tan dormido que me dejaron seguir. Me llamó la atención la ausencia de Raquel pero no pregunté por ella. Continué atento a las actividades de la mañana hasta que justo antes del mediodía la vi llegar. Noté que estaba algo tensa y su mirada parecía esquiva. Durante el descanso, antes de almorzar, me acerqué y le pedí disculpas por mi fuga del día anterior pero no me dejó terminar.

- No, disculpame vos por mis historias insufribles, a veces no me doy cuenta y aburro a los demás.
- No, no es que me haya aburrido -dije- es que de pronto me sentí descompuesto y tuve necesidad de acostarme a dormir.
- Creo que fue una imprudencia de mi parte el haberte contado todas esas historias. Son relatos que para mí tienen un significado especial y por momentos me dejo envolver en el drama que transmiten, sin tener en cuenta que los otros no tienen por qué entender lo que yo siento.

Sin rodeos le conté acerca de mi experiencia con José. Ella escuchaba con mucha atención y su rostro dejaba ver una expresión de cada vez más asombro. Finalmente le dije que la historia que me había contado el día anterior, de alguna manera había refrescado en mi memoria todo lo que había escuchado de boca de José y, sin querer, de pronto me encontré en un estado de angustia que aunque mi mente se resistía a aceptar, mi cuerpo no dudó en manifestar. De ahí mi malestar y mi evasión. Raquel guardó silencio y continuaba mirándome como esperando que le dijera algo más. Interrumpí ese silencio y dije que eso era todo.

- Tenés que venir conmigo. Ahora sí que no tengo dudas. -dijo con voz muy calma-.
- Ir a dónde? -pregunté-
- Tenés que conocer al hermitaño, el hombre que me contó aquellos antiguos relatos, es importante que hables con él.- Al escucharla decir esto pensé que mi destino estaba signado por las fábulas y los mitos. Sabía que desde hacía más de veinte años muchas personas habían decidido retirarse a una vida solitaria. Cincuenta años después de que los monasterios y retiros quedaron abandonados, hubo un resurgimiento de las ideas de ascetismo de los primeros monjes cristianos. Algunos lo intentaron pero pronto volvieron a la ciudad. Otros, encontraron en el monacato una vía de salida excepcional y nunca más regresaron ni se supo más de ellos. ¿Qué era lo que habían descubierto en ese modo de vida? Era un total misterio, ya que el contacto de aquellos monjes con el mundo ordinario era algo igualmente excepcional. Y ahora Raquel aseguraba haberse contactado con uno de esos hombres y yo estaba ante la decisión de seguirla para conocerlo o buscar la excusa apropiada y continuar con mi vida de siempre. Sin pensarlo demasiado opté por lo primero. Raquel sonrió y me dijo que ella sentía que valía la pena suspender nuestra estadía en el seminario para partir de inmediato. Estábamos a más o menos medio día de camino y podríamos salir al alba. Yo asentí e hice los arreglos necesarios para que estuviésemos en camino ni bien saliera el sol.

Haber conocido un lugar como Las Dalias fue para mí realmente maravilloso, pero cuando comenzamos a adentrarnos en los senderos que conducían a las cumbres, me dí cuenta que la magnificencia de esas montañas dejaba sentir con cada paso la energía de la cual me había hablado Raquel. Lejos de sentirme cansado, a medida que avanzábamos me sentía más liviano y más lúcido. A mitad de camino sentí que mi cuerpo estaba recobrando una plasticidad perdida hacía mucho tiempo. Era media mañana y decidimos hacer un breve descanso mientras comíamos unas frutas que llevaba en mi mochila. Por primera vez intuí que no iba a ser un viaje meramente casual, fruto de una conversación azarosa, sino que todo estaba conectado: mi vida, la de Raquel, la de José y su padre, Las Dalias, mi profesión y mi hijo. Pero también sentí por primera vez en mucho tiempo la presencia de Beatriz, la madre de mi hijo, quién se encontraba desde hacía más de un año en Africa estudiando el orígen de la música cantada. La circunstancia presente había hecho que olvidara los motivos de nuestro alejamiento y pude recordarla con afecto. Describir los sentimientos que tuve durante esa mañana sería un intento frustrante, de manera que simplemente diré que me sentí muy cerca de todos los que amaba. Raquel notó mi estado y observó que a ella le había ocurrido lo mismo la primera vez que se adentró por estos cerros, que todo estaba relacionado con la energía que emanaba de aquel lugar. Nos pusimos en marcha nuevamente y faltando poco trayecto para llegar me sobrevino una gran curiosidad.

- ¿Cómo es él? -pregunté-
- Es un hombre que debe tener tu edad o quizás más. Pero fundamentalmente es una persona con quién me sentí muy a gusto. No voy a gastar palabras hechas. Esperá un poco más y evalualo por vos mismo.- Habíamos rodeado varias montañas y surcado algunas laderas, pero ahora estabamos subiendo por un sendero que dejaba adivinar su destino en la cumbre de aquella montaña. En los últimos tramos me sentí rejuvenecido en por lo menos veinte años. La vista desde allí era imponente. Se podía sentir que aquel escenario era a la vez una pequeña parte de la maravilla del universo y al mismo tiempo resumía en sí misma a toda la Creación. Raquel me instó a que observara bien a mi alrededor porque ya estábamos llegando. Noté que muy cerca contra una pared de rocas había una pequeña construcción de rocas también, que conformaba una especie de cabaña con techo de madera. Cuando aún faltaban unos cincuenta metros una figura comenzó a asomarse y alzando sus manos hizo un leve ademán de bienvenida. Quizás el lector pueda ahora imaginarlo, pero a pesar de tantas conexiones yo no me lo imaginé, por lo que fue una sorpresa indescriptible: el que me extendía sus brazos y me miraba sin dejar
de sonreir era Hugo. Mi viejo amigo y yo nos volvíamos a encontrar. Habían pasado largos años desde la última vez que estuvimos juntos y ahora el destino nos volvía a reunir en circunstancias casi increíbles. Con gran alegría nos abrazamos ante el asombro de Raquel.

- Juro que presentía algo pero nunca imaginé algo como esto. -dijo maravillada-
- No te imaginás la alegría que acabás de darme! -dije, mientras no podíamos dejar darnos palmadas en la espalda. Después volteé hacia Raquel y la abracé contra mi pecho. Hugo se acercó y le dió un beso en la frente. Enseguida nos invitó a pasar y ahí me llevé otra sorpresa. Aunque de afuera el aspecto del lugar era el de una eremita muy humilde, en su interior quedé sorprendido por la calidez del lugar. Una alfombra, almohadones y una vieja estufa económica (por la cual los anticuarios pagarían fortunas) conformaban un bello cuadro de austera armonía. Al mismo tiempo, había un detalle que sugería que nada más faltaba en aquél lugar: Una vieja guitarra descansaba recostada sobre la alfombra. Mientras nos servía un té y algunas nueces apagó su sonrisa y clavándome la mirada dijo:

- Supongo que sabés que estamos en problemas. El mundo entero está en problemas muy graves. –Mientras me decía esto lo miré asombrado- Ayer por la mañana -dijo- yo había bajado hasta la Villa para aprovisionarme y me encontré con Raquel. Muy suscintamente me habló de vos y de la conversación que tuvieron, aunque no mencionó tu nombre. Anoche soñé con vos y te ví envuelto en todo este despelote. No es casual que hayas venido.
- ¿Entonces lo que José me contó no es un delirio?
- No. Durante muchos de mis sueños y cada vez con más regularidad, se me presenta la imágen de un indígena de este lugar que me puso sobre aviso de lo que está ocurriendo en esta parte del cosmos. Ellos sabían a través de sus chamanes, desde mucho tiempo atrás, que algo terrible ocurriría en un futuro lejano. Ese tiempo es hoy y están tratando de ayudarnos desde el otro lado. Pero me aseguraron que va a ser muy difícil escapar al destino actual ya que lo que nos está amenazando es como el mismo diablo.
- ¿Es verdad?! ¿Realmente estamos amenazados por seres de otro planeta?!- dije perturbado.
- Estos seres pertenecen a una vieja casta de guerreros que sobrevivió a la destrucción de su planeta de orígen. Luego de haberse asentado en un nuevo mundo deshabitado, algunos de ellos llevaron adelante experimentos que involucraron un manipuleo genético atroz. Mutaron hacia un tipo de estructura psíquica incapaz de asociarse con el centro de las emociones. El experimento dió por resultado un ser inmisericorde, perverso y dañino. Abandonaron a aquellos de sus pares que no quisieron unirse a esa locura y dejaron su segundo hogar para nunca más volver. Desde entonces vagan sin rumbo a través del universo, depredando todo lo que encuentran a su paso. Pero antes de que todo esto ocurriera, ellos ya tenían un poderío tecnológico increíble. Nos sería imposible comprender el concepto de esa tecnología así como el perfil de su nueva psicología. No es chiste! Son una especie que nos llevan una ventaja de millones de años. Si queremos intentar algo que valga la pena, vamos a necesitar ayuda desde otro lugar.
- ¿Cómo es eso? -pregunté.
- Te podrás imaginar que estos seres deben tener ideas y conceptos muy distintos a los nuestros. Su coeficiente intelectual debe alcanzar un rango que nuestra raza quizás nunca conozca. Nuestras mentes comparadas con las de ellos son como la de un mosquito y un ser humano respectivamente. Los seres que nos enviaron la advertencia están demasiado lejos. Además, si hubieran podido hacer algo mejor que avisarnos ya lo hubieran hecho. Nosotros solos no podemos hacer nada. Pero existe una remota posibilidad que al menos tenemos la obligación de intentar. Existe una categoría de seres que se encuentran familiarizados con nosotros pero que habitan un plano oculto de la realidad concreta. Son las almas de aquellos que traspasaron la línea de la muerte pero que por alguna razón quedaron
anclados en el umbral que existe entre esta y aquella otra realidad. Ultimamente durante mi sueño entro en contacto con ese mundo. La presencia de ese indígena que te mencioné pertenece a la tribu de los Comechingones que habitaron estas tierras. Me reveló que sus antiguos chamanes siempre tuvieron acceso a los cuerpos espirituales de todos los seres vivos; más aún ahora que su existencia se encontraba desarrollándose en un plano totalmente energético-espiritual. Desde tiempos inmemoriales dominaron el arte de entrar en contacto con la esencia de cada persona a través del mundo onírico. De esa forma lograban manipular los cuerpos espirituales con el fin de curar enfermedades sin que el individuo siquiera se diese cuenta, ya que el trabajo se realizaba mientras que el sujeto dormía. -hizo un silencio y sin dejar de mirarme continuó- Fijate, ellos bucean en un mundo que no podemos entender. Están navegando a través de los sueños de los seres que hoy nos acechan, intentando encontrar la manera de penetrar su mundo onírico a fin de ver si es posible modificar sus intenciones para con nosotros. La pregunta es ¿tienen sueños?; Creo que de no ser así estaríamos en un callejón sin salida. -hizo otro silencio y me miró. Esta vez como esperando que yo preguntara algo.
- Quiere decir que estamos librados totalmente a la suerte de los chamanes?- dije.
- No es tan así. En realidad existe un detalle que complica las cosas: Para poder realizar este contacto, los chamanes necesitarían contar con alguien que esté vivo, ya que ellos no pueden conectarse directamente si no es a través del sueño de un soñante que esté tan vivo como cualquiera de nosotros. El problema central radica en que, sea quien sea el voluntario que se ofrezca, no existe ninguna garantía de que pueda regresar de ese sueño. Pase lo que pase durante la experiencia, nadie puede
asegurar que pueda volver.
- ¿Y qué hay de los sufies? ¿Acaso no sería más efectivo recurrir a ellos?- Dije sin ocultar mi nerviosismo.
- Estos chamanes pertenecen a una categoría muy superior que la de los sufíes, no dependen de ejercicios ni técnicas, ellos son cuerpos espirituales puros.- Sentenció mientras bajaba la mirada.

Los tres nos quedamos sumidos en un profundo silencio. Terminamos de tomar la infusión y me recosté sobre la alfombra. Me había invadido el sueño y los párpados se me cerraban. Recuerdo que mientras tanto, Raquel se acurrucaba a mi lado. Escuché el crepitar de las ramas que Hugo acababa de tirar al fuego, después empezó a tocar algunos arpegios en la guitarra. El ritmo de esa música era circular; la melodía era mántrica, una repetición de sonidos persistentes pero a la vez agradables. Creo que después me dormí. Desperté en medio de la noche. Parecía ser bastante tarde y la estufa ya pedía más leña. Noté un clima de serenidad desconocido para mí. Hugo y Raquel dormían profundamente. Sentí la necesidad de salir. Al atravesar el umbral un firmamento tachonado de estrellas parecía que iba a caer encima mio. Nunca había visto un cielo nocturno tan imponente. Puedo afirmar sin ningún reparo que aquella fue una verdadera experiencia mística. Ante aquel cuadro me fue difícil aceptar que “la existencia” fuese el mero producto del azar. Miré mi reloj y ya era medianoche. En ese profundo silencio se fue abriendo paso el sonido de una leve brisa. Me sentí más saludable que nunca. Ahora mis pensamientos se tornaron hacia Raquel. Lo que sentía cada vez que estábamos juntos no podía pasarlo por alto. Había comenzado a sentir algo más que afecto o cariño. Quise volver hacia dentro decidido a acurrucarme a su lado. Pero de pronto algo me distrajo. Un sonido crepitante llamó toda mi atención hacia una gran roca que estaba a un costado del sendero por el cual llegamos. Al observar, ví en la oscuridad la figura recortada de alguien que tenía en apariencia, un aspecto esbelto y cabellos muy largos que flotaban con la brisa. Sentí sorpresa pero no sentí temor. Se acercó hacia mí lo suficiente como para divisar su rostro y pude ver el brillo de su mirada. Era un indígena, semejante a los que había visto en libros con viejas fotos de comienzos del siglo XX. El modo en que se paró frente a mí me intimidó un poco. Inmediatamente después, ocurrió algo tan misterioso como sorprendente, fue como si de golpe hubiese aparecido la luna llena ya que todo se vió repentina y levemente iluminado. Pude ver a aquel indio en cada uno de sus detalles. Vestía una especie de taparrabos y su torso estaba desnudo. Su contextura física era formidable. Su rostro era de rasgos duros y algo anguloso; su mirada franca y penetrante. Era como una aparición. Aunque una parte de mí se había inquietado ante su presencia, por otro lado me transmitía una completa serenidad y al mismo tiempo era extraño cómo mi cuerpo se había petrificado delante de él. Levemente y sin dejar de mirarme a los ojos, fue levantando su brazo izquierdo y apoyó suavemente su mano sobre mi pecho. De inmediato sentí un calor agradable que se fue extendiendo por todo mi cuerpo. No sé por qué, pero no sentí miedo. Entonces, y luego de un rápido movimiento que efectuó con sus brazos, me encontré suspendido sobre las palmas de sus manos. No podía verlo ya que yo me encontraba literalmente boca arriba y él me sostenía con sus brazos extendidos hacia arriba. Por más que buscaba el cielo estrellado como punto de referencia, lo único que veía era un torbellino como de fuego girando a mi alrededor. La firmeza con que mi cuerpo descansaba sobre las palmas de sus manos no permitía que yo sintiera temor a caerme. Nunca había sentido mayor seguridad y protección en toda mi vida. De
pronto, toda perspectiva se torció y ví aparecer delante de mí una figura que me aterró. Era un ser viviente cuyo aspecto superaba al de la pesadilla más negra. Se movía de una manera muy extraña y parecía estar buscando algo. Advertí que no podía verme y eso me tranquilizó levemente. Inmediatamente el torbellino se fue opacando hasta semejarse a una nube de niebla. Después de eso sentí que las manos que me habían estado sosteniendo ya no estaban y comencé a caer, pero ante mi asombro, sin tocar el piso. Era como una sensación de caída libre, cayendo y cayendo sin cesar. Comencé a sentir progresivamente mi cuerpo más y más pesado y por primera vez sentí miedo, un miedo aterrador. Grité con fuerza, pero con desesperación me dí cuenta que no podía sentir mi voz. Sentí que me ahogaba y con una fuerte bocanada de aire me dí cuenta que estaba sentado sobre la alfombra. Raquel estaba al lado mío tomándome de la mano y tratando de tranquilizarme. Mi agitación se fue desacelerando a medida que tomaba más y más conciencia de que todo había sido una pesadilla.
Hugo venía desde afuera, entró y se paró frente a mí. Me miró a los ojos y esbozó una leve sonrisa de complicidad, después echó un leño al fuego de la estufa y nos convidó a ambos con una infusión acompañada de un exquisito pan de campo. - Comé, que te está haciendo falta.- dijo mientras se acomodaba.

- Parece que tuvistes una pesadilla de aquellas! -expresó Raquel en un tono enigmático. Después que les relaté lo que yo había sentido como realidad, pero que en realidad había sido un sueño, Hugo me miró con severidad.
- Eso no fué sólo un sueño -dijo- Fuistes convocado por los grandes chamanes de estas cumbres para poner a prueba tu cuerpo energético. -hizo un silencio; yo los miré a ambos e hice la pregunta obligada:
- ¿Para qué querrían probarme? -dije algo exaltado. Hugo volvió a mirarme pero esta vez casi disgustado.
- Se vé que les caíste bien y pensaron que serías un buen candidato para prestarles tu cuerpo de soñante; ya sabés, mucho tiempo no hay y se perdería demasiado buscando a álguien que, además de ofrecerse voluntariamente reúna las condiciones del caso. No te olvides que además de estar enterado de lo que está pasando, vinistes sin que nadie te obligue, lo cual ya es mucho. Miré a Raquel y fruncí la boca.- ¿Por qué no te ofrecés vos? -le dije a Hugo mirándolo a los ojos- después de todo vos estás más en armonía con la energía de este lugar.
- El problema -aseguró- es que desde hace muchos años logré despertar un minucioso control sobre cada uno de mis sueños, lo cual les dificulta el manipularlos. Por ese motivo es que no soy un posible candidato. En cambio tu mundo onírico es más natural, no está trabajado y se mantiene casi vírgen. Es ideal para llevar adelante la experiencia.
- Pero vos dijistes que no hay ninguna garantía de volver de ese “sueño”.
- Es verdad. Pero ¿se te ocurre algo mejor? Si no haces el intento te aseguro que pase lo que pase no va a quedar ningún ser humano para contarlo. Este no es momento para dar lugar al miedo ni al falso orgullo, ni a la falsa humildad ni a ninguna cosa que se te ocurra para salir corriendo. Claro que no es fácil lo que tenés por delante, pero qué! ¿Es preferible entregarse al verdugo? Te voy a decir lo que creo, creo que la experiencia que tuviste en tu sueño era la prueba que necesitabas para aceptar que estás habilitado para arriesgarte a salvarnos a todos. -Por un instante miró fijamente los leños encendidos y continuó- Además, y para que no sientas demasiado peso, sé positivamente que no sos el único, en todas partes del globo se están
probando cientos de personas. -¡Pero si recién acabás de convencerme que soy el candidato ideal y que no hay tiempo...!
- Sé perfectamente lo que dije y ambas cosas son ciertas, simplemente no quise que pensaras que podías descansar en la idea de que otro lo va a hacer por vos, y mucho menos que creas que no sos necesario. Si bien tengo entendido que se está presentando bastante gente para hacer este tipo de experiencia, también sé que hasta el momento solamente fueron aceptados un puñado de no más de diez personas ¡En todo el mundo! No sería tu amigo si no te dijese la verdad. Sencillamente y sin vueltas tratá de reflexionar acerca de tu experiencia. Pensá que lo único que te produjo miedo fue la sensación de regresar al cuerpo, ¿no es verdad? No tuviste miedo de ellos. -su mirada y la de Raquel me estaban atravesando, esperaban una respuesta. Se produjo un largo silencio.

Yo sabía que a esta altura de las circunstancias todo esto había dejado de ser un sueño hacía bastante tiempo. Nuevamente mis recuerdos se arremolinaron en mi mente, José, su padre, el taller de musicoterapia, Raquel, Hugo, mi familia, aquellas cumbres y aquel indio. Fue como un gigantesco tornado que arrasaba mi cabeza hasta que, como todo tornado, pasó. Me sentí más tranquilo y ahora estaba convencido que si todo esto era verdad ya no había más tiempo que perder.
- ¿Y ahora? ¿Qué se supone que tengo que hacer? -dije con aceptación.

Hugo nos miró a ambos y con una sabia actitud se retiró dejándonos a solas. Raquel, que hasta entonces había permanecido como un atónito observador, golpeó el piso con las palmas de sus manos y dejó escapar un quejoso gemido, me miró con una mezcla de temor y rabia y lloró contenidamente mientras se abalanzó hacia mí, abrazándome muy fuertemente. Yo quería interpretar su dolor y mi cabeza me trampeaba. No sabía si su llanto estaba movido por la desgracia que compartíamos como humanos o si su dolor se refería a lo efímero de nuestro encuentro. Me bastó mirarla a los ojos para comprender que ambas cosas conformaban el motivo de su pesar. Acaricié su pelo y quise secar sus lágrimas pero no lo permitió. Acercando su boca a mi boca, selló, como en un pacto sin palabras, un amor que resistiría los embates del tiempo y de la muerte. Recuerdo claramente el sabor de sus mejillas empapadas en lágrimas. En ese instante todo mi ser comprendió que la amaba y que ella necesitaba escucharlo desde mi boca. Acercándola a su oído susurré su nombre, una y mil veces mientras que su cuerpo entero temblaba. Encendida como en un fuego sobrenatural me ahogaba con sus besos y yo, ya casi no respiraba más que el aire que su boca me daba. Quedamos así fundidos durante un largo rato. Me sentí inmensamente feliz por Raquel, nunca antes había sentido algo semejante junto a una mujer, y al mismo tiempo una tremenda tristeza me embargaba de solo imaginar que lo nuestro fuera solo eso… un encuentro efímero de nuestras vidas sellado por una tragedia humana sin precedentes; y ahora para empeorarlo todo yo estaba a punto de decidir embarcarme en un viaje sin garantías de regreso. Hugo todavía no regresaba y me preguntaba a dónde habría ido. En ese preciso instante entró portando en sus manos lo que parecía ser la raíz de alguna planta de aspecto bastante exótico. La apoyó a un lado y dijo que era hora de intentar un contacto voluntario. Su manera era ahora mucho más serena y su mirada me infundió una inmensa paz. Mirando a Raquel hizo un ademán invitándola a ubicarse a un costado, mientras me instaba a recostarme sobre la alfombra. Tomó la guitarra y nuevamente se fue fusionando con aquellos sonidos tan especiales. Raquel no soltaba mi mano. Tampoco yo la suya. La cadencia musical me enajenaba dulcemente, absorbiendo mi mente hacia una espiral. Sentí un cansancio tan profundo que mis párpados literalmente se derrumbaron e instantáneamente comencé a verme en una situación singular. Seguía sintiendo los colores que emanaban de aquella guitarra y en mis manos el calor dulce de las manos de Raquel. De pronto todo eso se desvaneció y me encontré en medio de un espacio indefinible, inundado de una tenue luz azul. Como apareciendo de entre brumas, ví a un ser idéntico al de mi sueño cercándose hacia mí con mucha lentitud. A cierta distancia se detuvo y en ese instante sentí fuertemente la presencia del indio a mis espaldas, lo cual me animó y fortaleció mi espíritu. Noté que esta vez aquel ser no buscaba nada sino que, lo que había estado buscando parecía haberlo encontrado. Lo que buscaba estaba frente a él y era yo mismo. No deseo describir en detalle a aquel ser viviente. Sólo diré que su aspecto era de una belleza aterradora. Parecía cargar con un bagaje de conciencia muy superior al de cualquier humano. Si en el cosmos existía la diversidad, aquel ser era la prueba de una diversidad muy amplia. Sentí inmediatamente una presencia en mi mente y su veloz intento de comunicarse adaptándose a mi estructura psíquica. No lo hizo. Noté que la complejidad de su cerebro no lograba retrotraerse a códigos tan primitivos como los nuestros. En un primer momento me sentí como un cobayo que estaba siendo examinado hasta el más ínfimo detalle. Sentí desde atrás un empellón que me acercó bruscamente al extraño. Para mi sorpresa, noté que su organismo entero se estremeció como si se hubiese amedrentado. No solo comprendí que estaba siendo manipulado por el indio-chamán sino que además comprendí la naturaleza de la intención y el objetivo de la misma. El chamán podía camuflarse entre mi cuerpo de soñante sin ser descubierto, actuando, no como actuaría yo sino como él mismo, lo cual confundiría notablemente al extraño, dejando al descubierto sus más notables flaquezas. Era como actuar. Yo podía sentir al chamán en mí y al mismo tiempo sabía que en cualquier momento podía, si quería, renunciar a ese encuentro. Pero era plenamente consciente de las consecuencias y sabía que lo que había aceptado asumir, debía llevarlo hasta el final. El extraño, luego de acomodar su energía, adoptó una actitud feroz y repugnante. De pronto mis manos se colocaron en una posición como si estuvieran sosteniendo una esfera, una palma hacia arriba y la otra hacia abajo. Ambas palmas parecían sostener un círculo imaginario justo en el centro de mi cuerpo, a la altura del ombligo. Sabía que había visto eso en algún lado pero no recordaba dónde. Pronto sentí un torbellino de luz y energía que entraba en mi cuerpo a través de aquel círculo sostenido por mis manos. Nunca me había sentido tan fuerte ni tan lúcido, ni tan seguro como en ese momento. Aún así, la forma en la que aquel extraño ser me acechaba me conmovió. Pude sentir su presencia casi invadiéndome. En ese preciso instante comencé a sentir un fuerte olor casi asfixiante; pensé que era el fin. Rápidamente ese hedor inmundo me provocó un colapso que me impulsó a sacudir mi mente convulsivamente, con tanta fuerza que aquel abominable depredador de mentes se alejó como si lo hubiese empujado. Aunque no comprendí qué le ocurría pude sentir claramente su desconcierto. Más tarde pude analizarlo con Hugo y él intentó aclararlo en mi mente. Existían varios elementos a considerar. La técnica de manipuleo que aquél chamán estaba utilizando consistía en producir un descontrol (en mí) controlado (por él). El extraño podía leer mi perfil psicológico, pero no lograba predecir la actuación del chamán através mío. Esto lograba producir en su mente lo que nosotros conocemos como entropía . En ese instante pude avanzar sobre su psiquis y pude ver en él algo así como una fuerte manifestación de envidia hacia mi. Al verlo sentí pena. Sabiendo que la envidia es la resaca pervertida de un profundo sentimiento de carencia, comprendí que también él se había encontrado con algo desconocido y misterioso. Sentí nuevamente aquel fortísimo olor. Ante tal circunstancia, lo ví retroceder desapareciendo en la bruma periférica de ese espacio de encuentro. Sentí al chamán desvanecerse a mis espaldas; mi cuerpo cayó abruptamente y luego desperté. Entreabrí mis ojos y constaté que me encontraba sobre la alfombra, mientras tanto Hugo daba círculos alrededor mío sosteniendo en su mano una rama humeante con la cual esparcía su humo sobre todo mi cuerpo. Ahora ya sabía de dónde provenía aquel fuerte aroma de mi sueño.

- No fue un sueño -dijo él en tono reiterativo.- Tuve que usar esta raíz como un recurso extremo. Anoche un chamán se presentó en mi sueño y me encomendó que buscara un ejemplar de esta especie para sahumar tu cuerpo en caso de ser necesario. Te estabas dejando llevar por esa porquería en un estado de completa fascinación.
- ¿Cómo? ¿Pero entonces todo lo que sentí...?
- No todo. El problema ocurrió cuando empezastes a sentir pena de él. Tuviste suerte porque pude distraerte, aunque la primera vez no acusaste recibo. Gracias a esta planta el chamán logró retomar el control y traerte de vuelta. De otra forma te hubieras desvanecido en la mente de ese gigante mental. Ahora sé que no vas a poder repetir la experiencia sin correr un riesgo mortal, ya que asimiló hasta el último detalle de tu personalidad. Tiene un mapa tuyo y te conoce mejor que vos mismo. Te recomiendo que trates de alejarte de estas situaciones lo más que te sea posible. Existe una gran diferencia entre un acto heróico y un suicidio.
- Sin embargo, cuando lo ví retroceder él estaba realmente perturbado. Yo sentí que algo le pasó. -dije exaltado.
Hugo arqueó pronunciadamente las cejas y dijo que la retirada emprendida por aquél ser, era momentánea, no más que una excusa para digerir lo ocurrido. -La envidia, -dijo- es la perversión de un sentimiento. Se manifiesta a través del codiciar aquello que vemos en algún otro y de lo cual carecemos y nos sabemos incapaces de poseerlo por nuestros propios medios. La envidia es el síntoma de una carencia pero también de la incapacidad de cubrir esa carencia, por lo tanto, es la manifestación de una debilidad.
- ¿Qué tenemos nosotros que ellos puedan envidiar? -pregunté.
- En realidad no es algo nuestro. Es algo que adquirimos de primera mano pero que no nos pertenece. De ahí el desconcierto. Cuando aquel ser se percató que detrás tuyo había algo más, algo así como un apoyo logístico, experimentó gran sorpresa.
- ¿Por qué no pudo descubrir al chamán?
- Porque la técnica de manipular el cuerpo del soñante fué transmitida a los chamanes por una raza de un rango de superioridad muy elevado; la cual parece haber estado de paso por la Tierra hace mucho tiempo atrás. La leyenda los sitúa al comienzo de la Era Adámica y los cita como a dioses viajeros provenientes de las estrellas, que luego de una breve estadía partieron rumbo al infinito. Durante el tiempo que estuvieron sobre la Tierra, crearon la especie humana manipulando genéticamente al homo erctus, y luego de mucho tiempo enseñaron a los primeros chamanes esta técnica tan valiosa. La abominación que estuvo frente a vos reconoció un tipo de conocimiento que no sólo no posee, sino que no lo puede robar. En pocas palabras, se llevó una sorpresa de esas que obligan a reflexionar sobre qué dirección tomar. Por el momento se produjo un impasse y tenemos la ventaja. Movimos una pieza que estaba jaqueada. Podemos decir que ahora estamos en condición de jaquear nosotros, porque descubrimos una debilidad en la criatura. Debemos aprender a acecharlos. Si logramos descubrir cómo hacerlo, vamos a poder hacer el próximo movimiento. Pero como en la realidad nada es como el ajedrez, ellos pueden ganarnos de mano y mover primero. Y creo que de ser así tal vez nos den Jaque Mate. La jugada final.

Mirando en derredor busqué en vano la presencia de Raquel. -¿Dónde está? - pregunté preocupado.
- Ya se fue -contestó Hugo suavemente.
- ¿Cómo que se fue? repliqué indignado.
- Qué curiosa es la mente humana, una situación de vida o muerte, de existencia o de inexistencia se acaban de debatir a través tuyo y ya estás de nuevo en las cosas que nos animan y nos preocupan todos los días.
- ¿Querés decir que no me importa lo que pasó y que preocuparme por Raquel es algo trivial? -dije doblemente indignado.
- No, para nada, simplemente quise decir que justo cuando te mencioné la posibilidad de un final para la raza humana, tu mente hizo como un click y cambió de frecuencia. De repente sintonizastes radio Raquel.
- Sí, es verdad. Pero necesito que me digas por qué se fue y a dónde fue.
- Se escapó.
- Qué?!
- Mirá, Raquel es muy jóven, y a pesar de tener un carácter firme es muy sensible. No hubiera soportado estar presente si no hubieses podido volver de tu sueño. Estaba tan asustada que tuve miedo que pudiera interferir negativamente en la experiencia. Pero sin necesidad de que yo le dijera nada, me saludó y rápidamente salió rumbo a la ciudad. Antes de irse me pidió que te dijera que durante todo el día de hoy va a estar esperándote en Las Dalias, y que si no podías llegar, que no te preocuparas porque ella lo entendería. Creo que es muy inteligente y actúa con sobrada perspicacia, tiene un sistema de auto-protección muy eficaz ¿No te parece?

Asentí en silencio y me dí cuenta que aquella mujer estaba apropiándose astutamente de mi corazón. Apenas se había ido y ya la extrañaba como si hubieran pasado mil años. Empecé a sentir nuevamente las emociones perdidas mucho tiempo atrás. Una parte de mí sentía haber vuelto a la vida, pero todos mis sentimientos estaban empañados por la presencia inesperada de aquellos seres extraños. Las vidas enteras de todos los que sabíamos lo que estaba pasando, habían sido afectadas para siempre. De pronto fue como si ya se hubiese dicho todo lo que en aquella oportunidad había que decir. Nos sumimos en un profundo silencio, como si todo se hubiese detenido. Hugo me miró, sonrió levemente y salió al sol del mediodía. Al rato hice lo mismo. Todo parecía ocurrir en cámara lenta. Repentinamente todo mi cuerpo y mi mente se relajaron. Llené mis ojos y mi espíritu con ese tremendo paisaje, abracé a Hugo y nos despedimos con un deseo compartido: que el destino nos reúna muy pronto y habiendo vencido al enemigo. Él siguió sonriente y no dejó de observarme hasta que me perdí de su vista.
Regresé a Las Dalias y en cuanto empecé a ver los rostros de las personas que me cruzaba por el camino, comprendí claramente el tipo de envidia que Hugo trataba de describirme. Al ver a la gente despreocupada sentí alivio de saber que ellos no sabían nada y que continuaban con sus vidas de siempre. Yo sentí esa envidia por algo que ya no poseía y que ellos seguían disfrutando. Yo no se los podía robar aunque quisiese. Sabía que nuestra chance de sobrevivir era casi nula. Sentí apremio por volver pronto a Buenos Aires, pero mis pasos me llevaron sin pausa hacia las Dalias.

Nuestro reencuentro con Raquel fue volcánico. Cuando me vió corrió hasta mí y nos fundimos en un abrazo. Nunca había visto a nadie mirarme con tanta alegría. Nos llenamos de besos el uno al otro y después buscamos refugio para regalarnos un poco de tiempo empapados de amor. Estaba atardeciendo cuando nuestros cuerpos finalmente se aquietaron permitiendo que pudiéramos pensar otra vez. Después del yacuzzi pude instalarme en un estado de rélax como hacía tiempo no lograba. Pude reordenar mis ideas y planifiqué en mi mente los pasos a seguir. Insté a Raquel para que partiéramos de inmediato. Naturalmente preocupada, quiso saber qué haríamos. Le dije que teníamos que llegar cuanto antes a la ciudad de La Plata. Tenía planeado visitar a un viejo amigo, quien, estaba seguro nos podría ayudar. Era importante que decidiésemos actuar con cohesión. Durante el viaje debíamos intentar ponernos en contacto con José. Lo más rápido que pude conseguir, fueron dos pasajes en los nuevos turbo-jet, nadie los toleraba demasiado por producir tremenda sensación de náuseas, pero no quedaba otra opción. Lo importante era que en media hora estaríamos en La Plata. Sin perder tiempo llamé a José. No me contestaba. Seguí intentando durante el tiempo que duró el viaje pero fue inútil. José no daba signos de vida. Al promediar la mañana llegamos a aquella ciudad y nos dirigimos a la Nueva Universidad de las Ciencias Médicas. En la recepción pregunté por mi viejo amigo y pronto se hizo presente en aquel inmenso hall.

- Axel! -exclamó asombrado.- Nos estrechamos en un abrazo y después de presentarle a Raquel le expliqué, a grandes rasgos, algunos puntos de mis últimas experiencias. Escuchó atento todo mi relato, pero su profesión de neuropsiquiatra lo obligó a hacerme una pregunta casi obligada, se quedó mirándome durante un largo rato y después murmuró:
- Conociéndote desde hace tantos años, sólo existen dos posibilidades: Que me estés jodiendo, o que estés loco de atar.
- Vamos! -dije.- Necesito tu ayuda y lo que necesito sólo se puede hacer en el nuevo laboratorio de esta Universidad.
- Ahora estoy seguro que enloquecistes por completo!. - dijo mirándome con severidad.- ¿Quién te dijo que yo puedo disponer de ese laboratorio como si fuese mío?
Lo invité a tomar algo y traté de detallarle mejor la situación. Sé que si no fuera por los largos años de amistad que nos unían, me hubiera mandado al carajo. Me escuchó atentamente y de vez en cuando su mirada se dirigía a Raquel. En un momento determinado, pude ver en sus ojos que la posibilidad de que yo estuviera bromeando ya la había descartado, por lo cual ahora debería aceptar que, o bien yo estaba loco, o mi historia (y tácitamente la de Raquel) era el comienzo de algo que nadie querría aceptar como real.
- Sé que en ese laboratorio tienen instalado el nuevo scaner-neuronal y necesito que levantes cierta información muy precisa que está acá en mi cerebro. Es fundamental para encontrar una posible chance de sobrevivir. -lo miré resuelto.- Él miró nuevamente a Raquel y después siguió con su mirada, a través de la ventana, el vuelo de un pájaro que flotaba. Me miró todavía incrédulo y después asintió. Dijo que lo siguiéramos. Rápidamente comenzó a hacerme preguntas acerca del momento en el que se había producido el recuerdo que yo deseaba escanear. Me explicó que los viejos scaners experimentales sólo lograban captar un pequeño esbozo del recuerdo original, en cambio esta nueva generación de máquinas lograba registrar la información con detalles exactos, lo cual significaba que prácticamente uno podía “ver” el recuerdo que se había escaneado. Ello se debía a que se había logrado establecer una tabla de coordenadas que, según el tiempo transcurrido, era posible precisar exactamente el sitio físico de la corteza cerebral en el cual estaba ubicado dicho recuerdo. Seguí sus indicaciones y ya en el laboratorio dimos comienzo al trabajo. Mientras mi amigo preparaba todo, dijo que lo más sorprendente de aquel aparato era que podía reproducir el recuerdo escaneado con una nitidéz casi perfecta. Eso sí me sorprendió e intrigó al máximo, ya que de ese modo sería posible que cualquiera viese el aspecto de esos seres inmundos grabados en mi recuerdo. Mi amigo esbozó una leve sonrisa, y con cierto sarcasmo sugirió que muy pronto podríamos “ver” el recuerdo que yo buscaba. Lo que más me interesaba saber era si los sonidos que yo había escuchado podrían quedar de alguna manera registrados. De ser así, se podrían transcribir exactamente sobre una partitura, se podría trabajar con ese material dentro de un super ordenador y buscar su significado. Una vez frente al monitor pudimos ver en pantalla las primeras imágenes de mis recuerdos. Estaba viendo mi propio “sueño” y también el horror reflejado en los rostros de mi amigo y de Raquel. Le pedí por último que copiara aquella información para así poder llevársela al padre de José. Hizo una copia en un pequeño tubo de fibra óptica optimizada, dijo que era la forma más segura de que la información llegara intacta.
- Intuyo que, de ser como vos decís, debe haber gente muy importante trabajando detrás de todo esto. Estoy azorado, no sé qué decir ni qué hacer. -dijo sorprendido y algo extraviado.
- Si querés - dije animándolo- podés venir y ayudar en lo que sea.
- No creo que esté en condiciones de enterarme de más nada. Te agradezco que cuentes conmigo pero lo único que en este momento quiero es ir a casa y estar con los míos. Te deseo lo mejor y espero que todo salga bien. Si llegaras a necesitar de mi ayuda nuevamente ya sabés dónde encontrarme.
Me despedí con un abrazo y le agradecí su inmensa ayuda. Partimos rápidamente a lo de José. Me había dado su dirección a las apuradas, aunque en realidad lo que me había dado era un pequeño papel en el cual dibujó la manera de llegar. Su casa estaba dentro de un campo cercano a la abandonada base aeronaval de Punta Indio. Llegar a aquel lugar fue más fácil de lo esperado. Descubrimos con asombro que no había nadie, pero encontramos una nota que decía textualmente: "Axel, si llegastes hasta acá es porque tu presencia es infaltable. Estamos en la torre de control de la vieja base. Vení pronto!" Sentí sorpresa mezclada con terror. Clavé mi mirada en la de Raquel y por un instante pensé en la posibilidad de que todo fuera un sueño dentro de otro sueño, o que fuera una pesada broma de algún bromista a quién yo le debiera una. Cuando caí en la cuenta de que nadie podría haber encontrado a Hugo por casualidad y que Raquel no podía ser parte de ninguna broma, sentí que la palabra “terror” era pequeña para expresar lo que mi cuerpo sentía. Mirando en derredor se veía sólo una arboleda junto a la casa y el resto era campo. Traté de orientarme pero sólo se veían pastizales y árboles. Fuimos hacia el lado de atrás y entonces sí, divisamos a lo lejos una edificación muy vieja con la forma de una antigua torre de control aéreo. Cruzamos a campo traviesa y en unos minutos llegamos a aquel lugar aparentemente abandonado. Sorpresivamente se abrió la puerta de acceso a aquel edificio y José nos recibió con apuro.
- Los vimos venir desde la cabina. Llegan a tiempo. Suban por acá. -dijo invitándonos a que lo siguiéramos.
- A pesar de que ya nada debería sorprenderme, cada momento es una sorpresa mayor. -dije algo alterado.
- Yo creo que todavía no vimos nada. -dijo José mirándome con los ojos casi fuera de sus órbitas. Entramos a la cabina y allí fuimos presentados frente al padre de José y otros científicos que estaban junto a tres militares vestidos de uniforme. Nos explicaron rápidamente que estábamos a punto de conectarnos con la experiencia madre de todas las individuales que muchos como yo habían logrado entablar. Miré a José con tanta sorpresa que no pudo, a pesar de la situación, dejar de soltar una breve risita.
- Sabemos de la experiencia que tuviste en Córdoba pero ahora no hay tiempo de explicar cómo es que lo supimos. Dijo que varias personas en distintos lugares del planeta habían repetido la misma experiencia que yo había tenido, la mayor parte simultáneamente, en el mismo momento en el que la mía propia tuvo lugar. Yo escuchaba atónito. Me aturdí bastante y sentí nuevamente esa presión debajo del ombligo; casi vomito. El padre de José intentó tranquilizarme y aseguró que ya casi no nos quedaba tiempo y que deberíamos actuar rápido. Habían convocado a todas las personas que habíamos participado de aquella experiencia para reunirnos e intentar un sueño colectivo en el cual tendríamos que enfrentarnos con aquella especie atroz. Me inquietaba y atemorizaba el tremendo apuro que todos manifestaban. Era como si yá los tuviésemos encima nuestro. Mientras escuchaba los detalles, mi mente fue invadida por un aluvión de imágenes.
Mi hijo y su madre, a quienes no veía desde hacía un tiempo y que estaban dispersos en lugares distantes, al igual que la mayoría de las personas, desconocían el peligro que se cernía sobre el mundo. Sentí impotencia, rabia y ganas de gritar y romper todo. Pero me contuve y reubiqué mi concentración en lo que debía hacer. Metí mi mano en mi bolsillo y saqué el cilindro en el cual estaba grabada la información de mi recuerdo. Después que les expliqué a todos que en ese pequeño objeto se encontraba grabada mi experiencia con ese ser, se produjo revuelo y todos manifestaron su ansiedad por conocer su contenido. Inmediatamente, el padre de José abrió su computador portátil, y navegando por la mega-red entró en contacto con un superordenador de un colega. Todos los presentes pudieron observar con claridad lo que yo había vivido en mi sueño. Estaban atónitos. Raquel, aunque ya lo había visto en la universidad, se estremeció y me abrazó con fuerza. Luego de esperar un largo rato la pantalla comenzó a mostrar un sinfin de información en un lenguaje que sólo los expertos entendían. Aparentemente, esos expertos eran el padre de José y uno de los militares presentes. Ambos escudriñaban aquella información con sumo detenimiento y luego de una larga pausa nos informaron que la única información que el ordenador pudo captar era la del soñante, es decir de mí mismo. Todo lo referente a aquel ser no era computable para los códigos informáticos. Desesperado hice referencia a los sonidos que había escuchado durante aquel sueño. El científico que se encontraba al lado del padre de José se mostró muy interesado por aquel detalle, él era matemático y dijo que si ese sonido podía ser detectado dentro de aquel recuerdo, podría servir de gran ayuda. Se ingresaron nuevas órdenes y nuevamente se esperó. Los segundos fueron horas y los minutos siglos. De pronto la pantalla mostró imágenes que me resultaron muy familiares, era música escrita junto a lo que parecían ser comentarios en lectura entendible. Casi todos sentimos gran ansiedad. Después de un rato, tanto el padre de José como el matemático se miraron inexpresivamente, dijeron que había sido un buen intento pero que los sonidos que yo había percibido eran los de mi propio cuerpo energético. En ese momento comprendí que nunca antes había sentido una angustia semejante. Hubo nuevamente un silencio, esta vez sepulcral. Uno de los militares irrumpió diciendo que nada cambiaba lo antes planeado y que deberíamos apurarnos ya que estábamos muy retrasados. Aunque los rostros de todos dejaban ver una tiesa expresión a causa de la situación vivida, nos incorporamos anímicamente y emprendimos lo planeado. Nos dirigimos todos hacia un semi-derruído hangar de chapa donde nos esperaba un mini-jet. Ya estaba en marcha esperando que lo abordemos. Cuando le pregunté a José de dónde había salido aquella nave, dijo que a esa altura de los acontecimientos había varios militares que se habían involucrado y estaban colaborando a full; de hecho el mini-jet pertenecía a un brigadier de la Fuerza Aérea.
Yo desconocía el destino hacia donde iríamos y también a la gente con la cual debería compartir semejante experiencia. Recién después de habernos ubicado en los asientos noté que una de las personas era un rabino de civil, el cual llevaba sobre su falda una jaula con un extraño pájaro dentro. Yo no podía dejar de asombrarme. Le pregunté a José qué significaba aquello a lo que él respondió que, si bien algunas personas habían tenido experiencias similares a la mía, otros tuvieron experiencias radicalmente distintas y anteriores en el tiempo.

-¿Qué tan anteriores? -Pregunté.
- Por ejemplo, -dijo José- el rabino que nos acompaña tuvo una experiencia muy distinta a la tuya. Él asegura haber tenido contacto visual directo con estos seres hace ya un par de años atrás, pero no hubo en ese momento ninguna actitud hostil.
- ¿Nos estaban estudiando?
- Puede ser, pero nada es seguro. No entendemos como funciona su psicología, por lo cual no podemos inferir nada basándonos en sus actos.
- ¿Tiene algo que ver el extraño pájaro que trae el rabino? -Pregunté.
- El rabino asegura, -dijo alzando las cejas- , que no lo agredieron porque el pájaro estaba cantando durante la experiencia y que a él le dió la impresión de que su sola presencia mantuvo a esos seres a distancia, como si no se hubieran animado a acercarse más. Yo creo que de ser posible, deberíamos relacionarlo con una actitud prudente que ellos adoptaron frente a un animal no previsto en ese encuentro. Como vés, nada debe descartarse. Quizás el rabino se equivoque y a la hora de la verdad ese pájaro no signifique nada, pero tenemos que probarlo todo.
- ¿Y si todo lo que esté a nuestro alcance no funciona? -exclamé con voz trémula, mientras nuestro jet remontaba un extenso colchón de nubes.
- Si nada funciona, nada me dá más miedo que pensar en que nos sometan. Si no podemos imaginar cómo nos van a atacar, menos podemos saber acerca de cómo nos tratarían después. El intento de imaginarlo supera cualquier terror conocido o imaginable. -fué la respuesta de José.
- ¿Hacia dónde vamos?, -pregunté con intención de enfocarnos en nuestra energía positiva. Por primera vez, el militar que estaba sentado junto al rabino se dirigió a mí:
- Estamos camino a un sitio seleccionado por la computadora según los datos que yo mismo le ingresé. Ese sitio es el lugar de contacto. Mi nombre es Colls, capitán Colls. -Y estrechó mi mano con firmeza.
- ¿Puedo preguntarle capitán cómo es que la computadora realiza la elección del lugar indicado?
- Existen muchos sitios factibles para realizar esta experiencia. Yo estudié toda la bibliografía existente sobre avistamiento de ovnis y logré establecer una relación directa entre cada uno de esos avistamientos y el magnetismo natural del terreno sobre el cual fueron vistos. Ese dato lo entré al ordenador y le pedí un mapa resaltando los sitios exactamente opuestos a los de los avistamientos. Luego le pedí que entre esas zonas eligiera la menos apta para que un ovni haga su aparición. Hacia allí nos dirigimos.
- Perdón! No termino de comprender por qué nos dirigimos al lugar donde un ovni no puede aparecer, si lo que buscamos es contactarlos.
- Simple. -dijo mirándome con cierta altivez-, Nuestro objetivo es contactarnos a través del mundo onírico, de manera que, físicamente los queremos lo más lejos posible. Así nos aseguramos tenerlos a distancia. El magnetismo del lugar es como una valla que permite que “hablemos” pero impide el contacto físico. En principio, es más seguro. O, menos peligroso, como usted guste.
- Estoy sorprendido, pero ¿cómo está usted seguro que estos seres se desplazan en naves que obedecen a las mismas leyes físicas que aquellas que se describen en las fuentes que consultó?
- La historia no es corta, -dijo incrementando su altivez- pero voy a tratar de ser conciso. Hace más de un siglo, más precisamente entre el año 1973 y 1997, estaban de moda los así llamados “grupos de contacto”, quienes aseguraban tener una línea directa con los hermanos del espacio. Por supuesto, nadie les creía, ni siquiera los más interesados en el tema; mas bien se los consideraba como a trastornados o enfermos mentales y desocupados que no tenían nada mejor para hacer que fantasear. Lo interesante es que los descendientes de esas personas, aseguran que sus padres o abuelos no sólo no estaban locos ni mentían, sino que mucha de la información que dejaron fue utilizada posteriormente por laboratorios civiles y militares, y han dado excelentes resultados en pos del avance tecnológico, lo cual me consta.
- ¿Por qué el fenómeno de contacto en el pasado se dió sólo durante esos 24 años?
- Porque los seres que iniciaron aquel contacto, eran viajeros de paso que se dirigían hacia un lugar del cósmos, el cual se encuentra a una distancia tan increíble que las técnicas de desplazamiento utilizadas por ellos para acortar el tiempo de viaje, demandaban esperar en este sector de la galaxia durante ese tiempo terrestre. Pero para nosotros eso es totalmente imposible de comprender, sus conceptos están verdaderamente fuera del radio de nuestro razonamiento; son más bien como viajeros en el tiempo.

Mi mirada se perdió por la ventanilla del avión, la angustia se había instalado en mi pecho para siempre. Comencé a recordar momentos felices de mi adolescencia y tuve la sensación de que habían ocurrido en otra vida. De pronto, me reubiqué en el presente y traté de comparar la información que yo había recibido respecto de seres de otros mundos. Me dí cuenta que comparándolas, las descripciones hechas por Hugo según los chamanes, coincidían plenamente con todas las demás. Mi mente se detuvo al preguntarme a mí mismo acerca del significado misterioso de la vida en el cosmos. Después de un breve silencio volví mi mirada hacia el capitán.
- Le aseguro que la información que han dejado nos puede ser muy útil en esta ocasión. -dijo convencido. Yo comencé a ver a este hombre como a álguien que estaba disfrutando de lo que estaba pasando, como si fuera una simple aventura, como si estuviera escalando el Aconcagua o algo así. Pronto comprendí que probablemente él era un pervertido más, intentando disfrutar de una aventura única en la historia de mundo. Era irremediable. En él ví toda la miseria que los seres humanos llevamos dentro y sentí en forma refleja la superioridad de aquel ser que tuve delante en mi sueño. Tuve una grave sensación de la condición humana. Por un instante también yo sentí envidia de la condición que aquellos seres poseían. También por un instante sentí que nuestros movimientos se parecían al de un ratón de laboratorio, que intenta escapar desesperadamente, pero que su destino está totalmente descifrado ante los ojos de un humano. Así sentí que lo nuestro era puro pataleo, el movimiento enérgico y desesperado de una presa en las fauces de su cazador. Lo que sentía era para mí un hecho y ante ese hecho no tuve el valor de mirar a los ojos a Raquel. Sabía que su mirada seguía dispuesta a la esperanza. Yo no veía más que oscuridad. A pesar de todo, sabía que aquello de morir de pié era preferible y que entregarse no era propio de nuestra condición, de manera que lo único que restaba era continuar, seguir la función del teatro humano hasta las últimas consecuencias. Apreté fuertemente la mano de Raquel y "volví" al avión. El capitán me miraba en silencio y Raquel se acercó y me dijo al oído que parecía no estar escuchando al capitán.
- Disculpe! -dije en tono preocupado. -me distraje involuntariamente. Continúe por favor. Pero fue inútil mi disculpa, yo no podía dejar pasar por mi mente tantos y tantos pensamientos sobre el destino humano; me perdí nuevamente entre la locura de imaginar nuestro fin y la indignación de no saber el paradero de nuestro Dios. Ahora, a los clásicos interrogantes de la existencia se sumaba esta incógnita inexhorable. ¿Para qué tantos millones de años de evolución?, ¿Pudo guardar dios desde el comienzo la intención de un tan trágico final para la raza humana?, ¿Cuál es, si es que existe, el sentido de justicia divina?, ¿Seremos los hijos no queridos de un dios perverso y defectuoso?, ¿Tendremos que desaparecer así, sin más explicaciones? ¿Ocuparemos un lugar ínfimo en los anales de esa raza alienígena como animalitos que fueron conquistados y aniquilados tan fácilmente? Jamás imaginé que tanta impotencia pudiera caber en el pecho de un ser humano como la que me inundaba en ese instante. Sólo un pensamiento atenuó aquel dolor de mi alma: pensé que realmente la vida en el universo había sido el producto del kaos y no del cosmos; que todo lo que consideramos producto de una creación superior y ordenada no era más que una conjunción de átomos, química y azar. De esa manera sí podía caber en mi mente el sin sentido de toda esta suerte de payasada macabra. La injusticia padecida por humanos y practicada entre humanos parecía entonces más aceptable, más coherente con el no supervisado origen de la vida; si ningún dios existía para llevar el registro de su creación, pues entonces todo y todos no éramos más que indocumentados fantasmas de un universo enigmático y macabro. La existencia y el comportamiento del azar siempre habían demostrado la banal significancia de existir. Todos estos pensamientos calcinaron mi mente y congelaron mi sangre.
En ese preciso instante un fuerte sacudón nos sorprendió a todos. El sacudón volvió a repetirse sin pausa, todos estábamos alarmados y la nave parecía estar perdiendo altura. Miré por la ventanilla y no pude contener mi asombro. Era como si una inconmensurable sábana de luz violácea estuviese descendiendo desde el cielo y cubriendo cada porción del planeta. El mismo avión en el que viajábamos había sido alcanzado por aquella sombra de luz. Nos mirábamos los unos a los otros y tratábamos a la vez de sostenernos ante la inminente caída que estábamos experimentando. Nadie gritó, nadie dijo palabra ni nadie demostró desesperación. De pronto sentí como si un calor abrazador bañara mi cuerpo. Ví claramente los cuerpos de cada uno, incluído el de Raquel, quemarse en un segundo, desintegrarse estallando iluminados por una luz indescriptible tras la cual se ocultaban los abominables seres del espacio. Sentí desesperación más allá de lo comprensible. Sentí un dolor inacabable. Junto con ese infinito dolor, sentí que Raquel ya no estaba conmigo. Yo aferraba con mis manos un espacio vacío. Todo parecía haber acabado y sin embargo ese instante no acababa jamás. Al verme ahí, clavado en ese instante del tiempo, sentí que estaba demorado en un umbral, como capturado en una fotografía viva. Cada partícula de mi existencia conoció el dolor perpetuo. Y grité por fin, grité sin voz y sin garganta, asfixiado de llanto junté por primera vez mis invisibles manos y supliqué ser quitado del escenario de la creación. Pero la única respuesta fué la aparición de aquél ser de mi sueño apoderándose de mi alma. En una fracción de tiempo imperceptible tomé una infinita bocanada de aire e incorporé mi cuerpo empapado. Estaba allí sentado en mi propia cama, transpirando y jadeando como un lobo agotado. Toqué mi cuerpo, toqué mi rostro, sequé la transpiración con las sábanas y comprendí que había soñado. Supe en ese instante que todo había sido irreal. Aunque yo aún sintiera a Raquel; aunque me pareciera haber estado hablando con José; Aunque Mina Clavero siguiera significando aquellas montañas en las que encontré a un amigo imaginario. Todo, absolutamente todo era parte de un sueño, incluído el año en el cual transcurrió; incluso los sueños dentro de los sueños. Para cerciorarme, busqué impaciente mi reloj y pude ver aliviado la hora y la fecha del despertar de aquella pesadilla inhumana. Eran las diez de la tarde del año dos mil novecientos veintidos. Me duché, vestí mi cuerpo, abrí los ventanales y salí a volar.

…………………………………………….

Autor: Rudy Erös

3 comentarios:

  1. Definitivamente tienes que enviar esto a concurso. No lo digo por decir. Piénsalo porque creo que tiene mucha calidad y buenas posibilidades de ganar.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Gracias Leandro! Es un honor que tu me elogies un cuento. Me gustaría tener tiempo ahora como tenía en aquella época en que escribí estos cuentos hace ya más de una década, para poder seguir escribiendo otras ideas, pero el tiempo es tirano, tu lo sabes.

    ResponderEliminar